El sedentarismo, la hipertensión y el colesterol son factores de riesgo de trombosis cerebral y de enfermedad de Alzheimer, por lo que un abordaje global podría ser útil para evitar dos de los problemas más frecuentes y devastadores de los mayores de 65 años.

Los infartos cerebrales silentes, es decir, aquellos que pasan desapercibidos al paciente, pero que se ven cuando se hacen pruebas de imagen como resonancias o escáner, son 10 veces más frecuentes que los que dan síntomas. Y estos infartos dañan al cerebro. "Un 25% de las personas que tienen trastornos cognitivos ha padecido antes un accidente cerebrovascular.

Los criterios actuales para diagnosticar los trastornos cognitivos son inadecuados y ponen énfasis en las fases tardías de la enfermedad, cuando ya se puede hacer poco por el paciente. Además, se descuida a la mayoría de los individuos que pueden tener formas silenciosas de infarto cerebral, enfermedad de Alzheimer subclínica e incipiente o las variadas combinaciones entre ellas.

Es muy importante que la sociedad se tome en serio los hábitos saludables en el entorno familiar como comer con poca cantidad de sal y grasas y hacer ejercicio físico. Al actuar sobre los factores de riesgo podremos evitar que las enfermedades aparezcan o retrasarlas.

En esta línea los médicos recuerdan que un 70% de los factores de riesgo de trombosis cerebral son prevenibles, y se basan en el estilo de vida, frente a un 30% que están relacionados con la genética y el envejecimiento. Por ello, afirma que está en nuestras manos la posibilidad de reducir los eventos controlando el estilo de vida.









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