Como sociedad, a veces caemos en el error de pensar que hay emociones que son buenas y emociones que son malas. Las emociones son neutras, todas y cada una de ellas tienen una función y nos dan información muy necesaria. Por eso, es importante que aprendamos a procesarlas y sentirlas todas. Cuando no hemos aprendido a gestionar nuestras emociones, tendemos a reprimirlas o reaccionar a ellas.

Normalmente, si creemos que una emoción es mala, tendemos a reprimirla, a intentar evitar sentirla y distraernos a toda costa, y eso pasa factura. Cuando reprimes una emoción no se diluye con el tiempo, se acumula dentro, hasta que termina por salir de alguna forma. Pongamos de ejemplo el enfado. "A menudo se da un patrón emocional en el que una persona tiende a reprimir su emoción de enfado en repetidas ocasiones y esa emoción reprimida se va a acumulando hasta que esa persona termina por explotar, y reacciona desmedidamente un día cualquiera al enfadarse por lo más insignificante", explica Ixi Ávila, coach de Inteligencia Emocional.

Ixi Ávila, 'coach' de Inteligencia Emocional.

3 consejos para procesar nuestras emociones de forma saludable

- Aprender a identificarlas y entender porqué cada emoción aparece. El miedo aparece cuando percibimos una amenaza, el enfado o la rabia cuando se traspasan nuestros límites entre otras razones, la tristeza ante la pérdida percibida, etc.

- Crear un espacio seguro en el que poder permitirnos sentir cualquier emoción y desahogarnos. Es importante poder sentir todas las emociones, sacarlas fuera en un espacio de desahogo libre de juicios.

- Aprender a responder en vez de reprimir o reaccionar. Esto requiere de entrenamiento emocional y a menudo de ayuda profesional. Hay muchos patrones emocionales que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida y no se transforman de la noche a la mañana. Crear nuevos hábitos emocionales requiere de práctica, paciencia y persistencia y para eso es necesario tener el apoyo adecuado.









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