Este estudio, realizado por científicos de varios centros de Estados Unidos como la Universidad de Rochester y el Centro Nacional de Salud Ambiental, será publicado por el diario Environmental Health Perspectives y es recogido en el diario británico The Guardian. Además, será presentado el próximo 3 de junio en San Diego (EE UU) en el Fórum sobre Disruptores Químicos Endocrinos.

Científicos americanos han hallado por primera vez pruebas de que los químicos pueden interferir en el desarrollo de los fetos masculinos. Desde hace tiempo se sabía que altos niveles de ftalatos tenían serios efectos sobre los animales de sexo masculino, haciéndolos más femeninos y reduciendo la calidad del semen y la fertilidad. Este nuevo estudio prueba que incluso niveles normales de ftalatos, que están en todas partes, pueden interrumpir el desarrollo de los órganos reproductivos de los niños.

Varios tipos de ftalatos, que se utilizan para hacer los plásticos más flexibles, han sido prohibidos después de más de 50 años, pero otros aún se siguen fabricando en grandes cantidades. Los investigadores midieron los niveles de nueve tipos de ftalatos frecuentes en la orina de mujeres embarazadas y los compararon con las medidas fisiológicas estándar de sus bebés. Los resultados prueban que las mujeres con los niveles más altos de cuatro tipos de ftalatos tenían más posibilidades de tener niños con una serie de características, que van desde penes más pequeños y testículos no descendidos hasta un perineo más corto, la distancia entre los genitales y el año. Según los autores, estas diferencias indican una feminización de los niños similar a la observada en animales expuestos a los químicos.

Ahora el reto para los científicos es identificar los principales productos culpables. Una de las formas en que los ftalatos llegan a nuestro flujo sanguíneo es a través de la comida desde los embalajes plásticos.

Y todo ello hace volver la mirada hacia la industria química, en un momento en que en la Unión Europa se discute para su aprobación el REACH, una regulación sobre seguridad química que se espera aprobar a finales de este año. El problema es que estos químicos son usados en todo tipo de plásticos flexibles, desde juguetes hasta los tubos para la diálisis.









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