Cuando entrenamos, lo podemos hacer según ejercicio tipo aeróbico, el cual supone un trabajo eminentemente cardiopulmonar; y el anaeróbico, centrado en el entrenamiento muscular y el trabajo de fuerza.
» Aumento de la capacidad para mover un peso.
Javier González comenta que el entrenamiento de fuerza se asocia con un aumento de la capacidad para mover un peso. Puede ser que no lo consideres algo importante, o que solamente sirva para los "machacas" de gimnasio, pero la fuerza va más allá.
» Aumento de masa muscular.
Y de paso se aumenta la masa muscular, algo conocido como hipertrofia. Esto ayudará a conseguir el propio aumento de la fuerza y puede ser un objetivo estético de algunas personas.
» Reducir el dolor.
A nivel postural, existen ciertos dolores que pueden estar influenciados por mantener una postura mucho tiempo. El ejercicio de fuerza es una opción para disminuir el dolor.
» Controlar las calorías.
La práctica de ejercicio conlleva un aumento del metabolismo basal, la contracción muscular precisa de energía, lo que conlleva un aumento del gasto calórico. Según el experto, “cuando conseguimos un aumento de masa muscular o generamos un aumento de la actividad muscular, vamos a estar consumiendo más calorías de forma diaria, por lo que si te preocupa la cantidad de calorías que ingieres, entonces hay que entrenar según ejercicios de fuerza.
» Menor riesgos de lesiones.
Como el desarrollo de masa muscular conlleva un aumento en la protección de articulaciones y huesos, si generamos masa muscular, al recibir un golpe o una caída, habrá menos riesgo de lesión, fractura, rotura o luxación en las articulaciones.
» Aumento de la percepción de nuestro cuerpo en el espacio.
Esto se conoce como propiocepción, y se relaciona con el equilibrio y la coordinación, dos aspectos que pueden mejorar nuestro rendimiento o disminuir el riesgo de lesiones no traumáticas.