El tratamiento desarrollado por el Imperial College de Londres consiste en una inyección de hormona llamada oxintomodulina, que hace sentir al paciente que su estómago está lleno, por lo que no tiene apetito.

Los científicos están, sin embargo, preocupados por la posibilidad de que ciertas personas, sobre todo las anoréxicas, abusen del remedio, señala el periódico The Sunday Times, que da cuenta del descubrimiento.

La hormona se identificó tras descubrir que los pacientes, que se habían sometido a una operación para reducir el tamaño del estómago como forma de adelgazar, producían más oxintomodulina después de la intervención.

Durante el período de ensayos, varios voluntarios se inyectaron una pequeña dosis de esa hormona tres veces al día, siempre treinta minutos antes de cada comida durante un periodo de cuatro semanas mientras que otro grupo recibió un placebo.

Al cabo del mes, los voluntarios del primer grupo habían perdido casi 2,5 kilos y los del segundo, menos de medio kilo.

Los investigadores del Imperial College han logrado demostrar, sin embargo, en animales de laboratorio, que el potencial de la hormona es mucho mayor ya que puede eliminar prácticamente del todo las ganas de comer.

Según The Sunday Time, pueden transcurrir todavía cinco o seis años antes de que la hormona sea asequible mediante receta médica.

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